Con tan solo 5 años, en enero de 2015, Telma fue diagnosticada con un neuroblastoma metastásico de alto riesgo. Un cáncer que no suele ser detectado fácilmente y caracterizado por ser muy agresivo y con pronósticos no muy alentadores al contar con una tasa de éxito entre 30 y 40 por ciento. Este tipo de cáncer requiere un tratamiento intensivo de quimioterapia, radioterapia y cirugía.
Cuando es necesario un trasplante, este suele ser autólogo lo cual quiere decir que proceden del mismo paciente, pero tal como suele ocurrir en muchas ocasiones, Telma tenía la médula ósea invadida por el propio tumor y por ende estaba contaminada.
Por suerte sus padres habían resguardado la sangre del cordón umbilical, lo cual resultó vital ya que, sin estas, el pronóstico no era muy alentador y al usar sus propias células se minimizó la posibilidad de un rechazo.
Las células madre obtenidas del cordón umbilical son más primitivas y tienen una mayor capacidad regenerativa que las obtenidas del paciente adulto, no solo de la sangre sino de otros tejidos como el sistema nervioso e incluso en casos de parálisis cerebral infantil.
El tratamiento previo al trasplante no fue sencillo y casi un año después de haber sido diagnosticada y al contar con muy bajas defensas, decidieron que era el momento ideal para el trasplante y tan solo unos 11 o 12 días después su cuerpo ya estaba de nuevo generando defensas lo cual permitió posteriormente realizar la cirugía donde se le retiró la mayor parte de la masa tumoral y continuar con la radioterapia.
Hoy en día tras haber vencido el cáncer, realiza revisiones cada seis meses, verificando en cada caso que la médula está limpia y que no hay rastros de la enfermedad.